Albert Eisntein

Albert Eisntein

lunes, 28 de marzo de 2016

CALEIDOSCOPIO - El diario improbable - Capitulo 1

Es la primera vez que me atrevo a escribir para que me lean! Hasta ahora siempre lo hice para mi... La escritura, la poesía, siempre han formado parte de mi y aunque este blog nació con otro propósito, qué mejor que compartir con vosotr@s que ya me conocéis esta otra afición mía!
Se trata de un pot pourri, una mezcla de vivencias aderezadas y revisitadas, como trocitos de colores vistos a través de un caleidoscopio. Con las mismas partículas podemos formar diferentes figuras y eso es lo que estoy haciendo, agitar el caleidoscopio!

Os dejo con la lectura, si os apetece!








¡Yo soy de las que siempre ha vivido con muchos principios y malos finales!




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En aquel momento éramos felices!  Los momentos mágicos nunca se anuncian, ocurren sin más…dejando un recuerdo imborrable, un sabor dulce y reconfortante como los primeros rayos de sol de la primavera que nos envolvían.

Nos habíamos reunido para celebrar el cumpleaños de nuestra amiga. Con ese cumpleaños también se celebraba su nueva vida al lado de un hombre desbordante de vitalidad. Su felicidad era contagiosa! La felicidad de ambos! En el ambiente solo reinaba paz, las grandes carcajadas se hacían poderosas. Nos mirábamos a los ojos y reíamos más y más fuerte, disfrutando el momento como tan mal sabía hacerlo yo. La melancolía solía acompañarme a todas partes, pero esta noche, sin motivo alguno o porque todas las condiciones se habían reunido, éramos, era, inmensamente feliz!
Hace poco que había decidido enfocar mi vida bajo otros prismas. Negándome a abandonar ciertos principios y convencida de tener la verdad absoluta, la vida me había compensado con más dolor que calor. Ya era hora de cambiar! Decidirlo no era sinónimo de éxito, no decidirlo sí era sinónimo de fracaso.

La vida es lo que es! La compartimos con desconocidos que llegan a ser familia, con familiares que llegan a ser desconocidos. Tenemos el poder de decidir. Dentro de mis grandes verdades estaba la de no rechazar lo que la vida te daba. El no, el descarte eran para mi  grandes desprecios que no podía usar. Mi facultad de adaptación era inmensa! El complacer a los demás también… a cambio de mis frustración. El decir sí a todo tenía un precio que ya me negaba a pagar. Todos teníamos nuestros dramas, la vida nunca es lo que aparenta pero a veces te concede un respiro y hay que tener los ojos bien abiertos y la mente muy rápida para capturarlo al vuelo y disfrutarlo.

Siempre me había dejado llevar… Como un cuerpo extraño flotando en el mar infinito, golpeada una y otra vez contra las rocas sin jamás alcanzar la orilla. Pero ahora había conseguido llegar y aunque la playa estaba desierta, tenía la intención de quedarme! Más sola que nunca, un poco asustada, desubicada, con algún rencor y algún que otro remordimiento, de poco servía echar la vista atrás. El presente es el reflejo del pasado, si no estás dónde te gustaría estar es que en algo te has equivocado.
Esta playa desierta era un lienzo dónde pintar, todo podía ser nuevo pero mientras usara las mismas brochas el resultado volvería a ser alguno de los ya vividos. O peor todavía… Las brochas estaban desgastadas, alguna más que otra. La que solía dibujar esperanza se había roto y el celo que intentaba sostenerla dejaba escaparse unas astillas que me herían a cada vez que la intentaba usar. La más pequeña, esa que trazaba sonrisas parecía indestructible. Nadie podía adivinar lo que se escondía detrás. Nadie hasta que él lo hizo y a sabiendas de lo herida que estaba, no supo evitar llevarse otro trocito de mí.

El lo supo antes que yo! Me conoció en el peor momento de mi vida y a la vez en el más intenso. Yo estaba enamorada, loca perdida, entregada a la pasión hasta el punto de perder el apetito! El reloj de mi cuerpo funcionaba con el tic tac de los segundos pasados entre cada llamada de teléfono, entre cada ausencia suya. Víctor no era un hombre libre, pero cuando lo supe ya era demasiado tarde, ya me había ganado, me había llevado a sentimientos de los que no quieres volver…no había vuelta atrás. Ya llevaba un año consumida por esa situación, poniéndome ultimátums para dejarlo sin jamás conseguirlo. No tenía vida si no eran los momentos pasados con él. No quería escuchar la opinión de nadie por eso el silencio me acompañaba. Javier entró a trabajar en mi empresa poco antes de navidad. Los primeros contactos fueron anodinos, solo llevaba unos pocos meses en Barcelona, se trasladaba de ciudad al ritmo de los destinos que le daban a su mujer.      
Era un hombre un poco bruto, con esa franqueza que caracteriza la gente del Norte y rasgos afilados como su mente. Enseguida se dio cuenta de que me pasaba los días sin comer nada y cada medio día venía a buscarme a mi mesa para acompañarme a comer. Perdida como estaba en mi dolor ese gesto me sabía a gloria, me devolvía la fe en el ser humano y hacía imposible que pudiera resistirme. Poco a poco una amistad se fue tejiendo, como si Javier hubiera adoptado un rol de hermano, el de cuidarme, obligarme a salir proponiéndome todo tipo de actividades y abrazándome fuerte en los días difíciles. Poco tardó en odiar a Víctor por el daño que me hacía. Víctor por su parte sentía celos de esta nueva amistad. Cuando se cruzaban, las miradas eran asesinas. El bien y el mal pensando de cada uno lo contrario! Javier ocupada mis días y Víctor mis noches, así paso otro año más… Llegaron otras navidades, otra cena de empresa. Víctor y yo ya nos habíamos hecho inseparables, la sospecha de una relación entre nosotros planeaba en toda la oficina y aunque fuera totalmente infundada, a veces se me había pasado por la cabeza ese acercamiento pero siempre pensé que a él no.

Esa noche salimos después de cenar, yo solo quería beber y olvidar, bailar y bailar. Toda la noche de la mano de Víctor y la presencia de algunos compañeros fuimos de bar en bar, de discoteca en discoteca hasta que se hizo de día. Eran las siete de la mañana cuando íbamos caminando de la mano en dirección a la estación de Sants.  Los tacones me estaban matando después de toda una noche de fiesta pero el calor de su mano me daba la fuerza de ignorarlos. No recuerdo bien de qué  podíamos ir hablando, pero sí la dulce sensación que me llenaba. De cruce en cruce nos fuimos separando de los demás, cada uno en dirección a sus casas hasta quedarnos solos. Entonces me entró miedo…Ir de la mano con él ya no me parecía tan natural, la incomodidad me invadía…Por suerte ya estábamos llegando a la estación! Nos sentamos a tomar una café, Javier era tan fuerte y yo tan débil. Me miró a los ojos y me dijo que en cuanto me conoció vio toda la tristeza que llevaba por dentro y que siempre había pensado que no podía haber nadie más triste que el…hasta conocerme a mí! Triste él? Porque? Cuál era su tormento? Lo había tenido a mi lado un año entero pero Javier no era de confesiones! Adoraba a su mujer, se les veía felices. Tenía una gran familia con muchas anécdotas para contar, nunca vi tristeza en su mirada, él era una roca. En sus rarezas le gustaba citar frases de los hermanos Marx, en particular la de que nunca pertenecería  a un club que aceptara como socio a alguien  como él! Nunca dudé de la fachada que me estaba enseñando desde mi tonta inocencia. Cuando nos despedimos me dio tiempo a bajar la mirada antes de que intentara besarme. Por mucho que lo deseara, por mucho que yo tuviese parte de responsabilidad en que ese momento llegara, no pude evitar decepcionarme con el… Que yo no eran una santa  ya lo sabía, pero me gustaba pensar que él sí lo era!

Todo siguió igual, su mujer trabajaba la mayoría de los fines de semana y Víctor solo estaba presente en mis noches lo cual no hacia idear actividades juntos. Visitas a pueblos, caminatas en días soleados, tardes de playa, comidas que él preparaba en su casa y que siempre terminaban con Javier haciendo la siesta en un sofá y yo viendo una peli desde el otro! Nunca pasó nada más allá de algún beso que me robaba en alguna despedida. Toda la oficina seguía sospechando de una relación clandestina, teníamos un nivel de intimidad que difícilmente se podía entender de otra manera pero yo quería poder seguir mirando a su mujer a la cara sin tener nada que reprocharme. Y de no ser así, se me habría notado!

Un poco antes del verano, Javier presentó su baja en la empresa. Su mujer tenía nuevo destino, era una posibilidad que llevaba algún tiempo barajándose. Yo esperaba que se dilatara en el tiempo pero el día llegó antes de lo esperado… Faltaba poco para que Javier se fuera, unos pocos días, cuando tuve una discusión muy fuerte con Víctor. Ese hombre me estaba llevando a la locura y lo amaba igual que lo odiaba.  A la vez, también me odiaba a mí mismo por permitirlo. Ese día, fuera de mí, no consiguiendo ya nada a base de palabras, la rabia me llevo a arrancarle un bocado cuando con un abrazo Víctor intentaba calmarme. Totalmente descontrolada terminé dándome un cabezazo contra la pared abriéndome una pequeña brecha en la frente. Víctor, sobrepasado por la situación y como buen cobarde que era, se fue. Poco después, al sonar el teléfono y segura de que era el me sorprendí al oír a Javier preguntándome por los planes del fin de semana… Yo no paraba de llorar, estábamos a sábado por la mañana y Javier sabía que Víctor volvería por la noche y que le abriría la puerta. Me lo prohibió y tenía toda la razón pero estando sola en mi casa nunca tendría la fuerza de hacerlo, entonces acepte pasar el resto del fin de semana en casa de Víctor, que también sería su último en Barcelona. Yo estaba aturdida, apenas había dormido, la cabeza me explotaba. Javier se hizo cargo de todo como siempre, me abrazó, me consoló, me dejo descansar  y por la noche pedimos comida china que devoramos tumbados en el sofá. Víctor no paraba de llamar hasta que se cansó de que no le contestara. En ese momento no me importaba nada, necesitaba dejar de pensar, necesitaba estar escondida, un tiempo muerto…

Javier me ofreció la habitación de invitados a la par que su cama por si no quería estar sola…Y yo no quería estar sola… Estar sola era volver a pensar en el infierno en el cual había convertido mi vida, al menos abrazada a Javier me sentía reconfortada. No era fácil conciliar el sueño después de tantos sobresaltos, di vueltas y vueltas hasta quedarme acurrucada envuelta por sus brazos. Estaba tendida contra él, haciendo la cucharilla, cuando Javier poso su mano sobre mi pecho…Mientras mi mente intentaba procesar lo que estaba pasando mi pezón ya había reaccionado a esos dedos que jugueteaban con él. Por unos segundos no pude moverme, sorprendida, atónita, se me acerco un poco más… Su respiración en mi nuca, aparto mi pelo para rozarla… Sentí como crecía el deseo en él e hizo que por fin me moviera y mi culo se pegara un poco más a él. Era como un baile lento en el que el calor de dos cuerpos hace que prendan fuego…Me di la vuelta y me cobré ese beso y otros tantos que me había estado guardando. Ya no había manera de pararnos, nos dejamos llevar hasta que rendidos de placer nos quedamos dormidos.

El día me despertó. Javier seguía durmiendo pero no tardó en despertarse. Salió de la habitación en dirección a la ducha dejándome la imagen de su cuerpo desnudo, fuerte y potente y la gran duda de qué debía hacer ahora! La respuesta me la dio él, comportándose como si nada hubiese pasado, dejando en la oscuridad lo que la noche no había dado.


El día de su partida nos despedimos como los grandes amigos que habíamos sido. Él me dijo que no esperara noticias suyas, que empezaba de nuevo en cada ciudad, que no se llevaba a nadie, que no mantenía el contacto. Él era así! Mientras estaba te lo daba todo y cuando se iba….cuando se iba dejaba un enorme vacío. Me dio un último abrazo pero en ese abrazo supe que él ya no estaba. Ya se había ido…